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Punto y Aparte

Por: El Grillo

¡El PRD estira y afloja, nadie los entiende!

Después de tantos conflictos durante más de ocho meses, de los que hizo gala la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) le da la victoria a Jesús Ortega, quien asumirá la presidencia del partido a finales de este mes y a su vez afirma que buscará la reconciliación de los integrantes de su partido. Cuauhtémoc Cárdenas en una posición de niño del limbo, para evitarse problemas, ha dicho que este fallo debe respetarse.

Los partidos que fuesen inseparables, que hacían alarde de coalición, comunión, convivencia, cooperación, hermandad, todos los adjetivos que usted quiera darle, se separan del PRD y forman una coalición PT-Convergencia de cara a las elecciones del 2009. No cabe duda que del amor al odio hay un solo dictamen del TRIFE. Alejandro Encinas, el incondicional del peje y haciendo honor a las enseñanzas de triunfalismo irreal de Andrés Manuel, renuncia a la secretaria general de su partido.

Encinas dice que el TRIFE y el estado mexicano impusieron a la dirigencia que encabeza Jesús Ortega. Encinas ha dicho que busca un movimiento al interior del partido, ¿Intenta buscar una izquierda dentro de la izquierda? Es como matrimonio por conveniencia, hasta cierto punto se reviste de con discursos papales, me voy pero no me voy, me quedo. No olvidemos que es fundador del PRD, que viene del partido comunista. Hago hincapié en lo siguiente ¿Para qué se queda Alejandro Encinas? ¿Para no perder parte del PRD? ¿Para lanzarse otra vez y ganar la presidencia del partido con la ayuda del sequito de López Obrador?

El futuro político para el PRD no se ve muy alentador, aquél que llevó la votación al treinta y cinco por ciento, perdió el partido como perdió la presidencia. No es el fallo del tribunal el que le arrebató el partido, hace tiempo que acumula derrotas, este hecho es lo que le dice al dirigente “Se acabaron los incondicionales”. No debemos de alegrarnos, por que México necesita una izquierda fuerte, digna de dirigir un país, dar cara a un buen gobierno y satisfacer el descontento, de lo contrario se darán manifestaciones cada vez más violentas.

¿Habrá acuerdos entre los que se dicen de izquierda y los que titubean? ¿Dialogarán los que procuran al caudillo y los que se niegan a ser su instrumento? Tendremos que esperar a que el tiempo y su capacidad de razonamiento lo digan.

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