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Boleta de Calificaciones,
¿Cómo andaremos?


Hace tiempo que me entregaron este escrito, casualmente le dieron lectura en una reunión de padres de familia del kinder de mi hijo, a la cual no pude asistir.
Lo tenía pendiente para podértelo compartir y aprovecho para felicitar y reconocer la noble labor que hacen las maestras y directora del Jardín de niños Ricardo Flores Magón. Deseo que te haga reflexionar.
Era miércoles, 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo. “No olviden venir a la reunión, es obligatoria”, fue lo que la maestra había dicho un día antes.
-¡Pues quién se cree la maestra! ¿Piensa que puede disponer de nuestro tiempo a la hora que ella diga? Si supiera qué importante era la reunión que tenía a las 8:30 a.m., de eso dependía un buen negocio y… ¡tuve que cancelarla!
Ahí estábamos todo: papás y mamás. La maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar. No recuerdo qué dijo, mi mente estaba pensando cómo resolver lo de ese negocio, probablemente podríamos comprar esa nueva televisión con el dinero que recibiría.
“¡Juan Rodríguez!”, escuché a lo lejos. “¿No está el papá de Juan Rodríguez?”, dijo la maestra.
“Sí, aquí estoy”, contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo.
Regresé a mi silla y me dispuse a verla.
“¿Para esto vine? ¿Qué es esto?”
La boleta estaba llena de puros 6 y 7. La guardé inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones de mi hijo.
De regreso a casa aumentó más mi coraje, a la vez que pensaba: “¡Si le doy todo! ¡Nada le falta! ¡Ahora sí le va a ir mal!”
Me estacioné y salí del coche, entré a la casa, azoté la puerta y grité: “¡Ven acá, Juan!”
Juan estaba en su recámara y corrió a abrazarme. “¡Papá!”
“¡Qué papá ni qué nada!”, lo retiré de mí, me quité el cinturón y no sé cuántos golpes le di, al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él.
“¡Y te me vas a tu cuarto!”, terminé.
Juan se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.
Mi esposa no dijo nada, sólo movió la cabeza negativamente y se fue a la mesa a escribir.
Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi mujer me entregó la boleta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco, y me dijo:
-Léela despacio y después toma tu decisión. Ésta decía así:
BOLETA DE CALIFICACIONES “¡PARA EL PAPÁ!”
TIEMPO QUE LE DEDICAS A TU HIJO
CALIFICACIÓN
1. Conversar con él a la hora de dormir 6
2. En jugar con él 6
3. En ayudarlo a hacer la tarea 6
4. En salir de paseo en familia 7
5. En contarle un cuento antes de dormir 6
6. En abrazarlo y besarlo 6
7. En ver la televisión con él 7
Él me había puesto puros 6 y 7… yo me hubiera calificado con menos de 5.
Me levanté y corrí a la recámara de mi hijo, lo abracé y lloré… Quería regresar el tiempo, pero era imposible.
Juanito abrió los ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas, pero me sonrió, me abrazó y me dijo: “¡Te quiero, papá!” Cerró los ojos y se durmió.
Ojalá este relato, que no es extraño para muchos de nosotros, sea ese REMEDIO que nos haga despertar y darle el VALOR a lo que realmente vale para nosotros.
No sería extraño que muchas veces nosotros nos volvamos así, incompetentes como padres… Qué duro es, ¿verdad?, ver los errores como padres desde esta perspectiva.
Si estás interesado en más información al respecto de este tema, escríbenos, con mucho gusto te la enviaremos vía correo; será un placer compartirlo contigo.

LAE Miguel Mayoral Casillas capydesint@hotmail.com

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