¿Motivo de festejo?
Una vez más, volvimos a celebrar otro aniversario de la expropiación petrolera, con lo cual te entrego esta reflexión sobre nuestro energético no renovable. Esto sin ningún afán de politizar.
No cabe duda que el momento presente de la energía de la Tierra pertenece al petróleo. Cerca del 90% del combustible utilizado comercialmente en el mundo es el llamado "oro negro" junto a otros combustibles fósiles como el carbón o el gas natural; 5% energía nuclear y el remanente 5%, energía hidráulica. Las llamadas energías renovables (como el aire y el Sol) todavía no tienen peso en las estadísticas energéticas.
El petróleo es base de una gigantesca industria petroquímica mundial que produce desde caucho sintético, detergentes, fertilizantes hasta pinturas, materiales aislantes y tintes, entre otros productos de alto valor y demanda. Además, es el carburante rey de los equipos que ruedan en carreteras, vuelan o navegan.
Esa es la cara linda del petróleo. Pero está también la fea: entre el 60 y el 70% de la deuda externa de los países pobres del planeta se refiere al pago del petróleo que adquieren para intentar desarrollarse.
El exagerado precio del petróleo hoy, como ya ocurrió otras veces, conmociona a las débiles economías de las naciones pobres.
Ningún analista serio de la actualidad internacional pone en duda que la invasión estadounidense a Iraq tuvo que ver, en proporción nada desdeñable, con las riquezas petroleras bajo las arenas del país árabe.
El petróleo, pues, constituye asunto de actualidad en cualquier dirección: militar, económica, política... y faltaría referirse a la medioambiental. ¿Qué futuro ofrece el petróleo al medio ambiente? Durante millones de años, plantas y microorganismos fueron sepultados en las profundidades del planeta, y su descomposición acumuló energía química en forma de gas natural, carbón mineral y petróleo.
La contaminación ambiental por desechos petroleros es una realidad palpable en las calles del planeta. Por miles de años los primeros hombres solo conocieron la energía calórica que producía el fuego al quemar leña o carbón. Mucho después, entre 1760 y 1830 ocurrió la primera revolución energética con la introducción de nuevas tecnologías, como la máquina de vapor, las textiles y el ferrocarril. Todo gracias al uso del carbón mineral. El segundo gran cambio industrial de las naciones más desarrolladas ocurrió entre 1860 y 1930, periodo en el cual se introdujeron los sistemas eléctricos, la aviación y la siderurgia.
Y aquí llegamos a problemas muy graves que ha traído el uso constante y creciente de ese portador energético a escala mundial. La sociedad actual, en cualquier punto geográfico, depende del petróleo para vivir, o simplemente sobrevivir.
Pero, ¿por cuánto tiempo? Según algunos estimados un incremento del 2% de su consumo anual acortaría la existencia del combustible a solo un siglo. ¡Cien años... y la era del petróleo acabará!
Otras predicciones aseveran que el suministro del crudo solo alcanzará hasta las primeras décadas del siglo XXI y que son poco probables nuevos descubrimientos e invenciones que amplíen la disponibilidad de petróleo barato mucho más allá de ese periodo.
Pero eso no es lo peor. Se ha comprobado, por ejemplo, que las emanaciones de la combustión de hidrocarburos en plantas generadoras de electricidad e industrias, constituye una de las causas principales de enfermedades de las vías respiratorias, de la piel y diversos tipos de cáncer.
¿Quién no ha oído hablar del cambio climático global? Es otro "regalo" de la quema del petróleo y sus derivados. El llamado efecto invernadero permite la entrada de energía solar en la atmósfera, pero reduce el necesario reenvío de rayos infrarrojos al espacio exterior, o sea, genera recalentamiento terrestre.
El 80% del monóxido de carbono y el 40% de los óxidos de nitrógeno de hidrocarburos emitidos proceden de la combustión de gasolina y gasóleo en motores de autos y camiones.
De mantenerse tal tendencia en el futuro próximo, ocurrirían la muerte de bosques, tormentas violentas y sequías abrumadoras, el deshielo del Océano Ártico, la inundación de ciudades litorales; se secarían el cinturón productor de cereales y los campos de trigo en las estepas, lo que unido al hundimiento de los terrenos bajos, traería como resultado la pérdida de un tercio de las tierras agrícolas.
¿Hay alternativas a este mundo dependiente de un recurso sin duda útil, pero a la vez peligroso desde el punto de vista político, inestable en precios y altamente contaminante del medio ambiente?
Sí: las denominadas energías renovables. Las que nunca se extinguirán y no contaminan el medio ambiente. Aquellas que algunos denominan "muy caras" a corto plazo, soslayando, por razones económicas y políticas, que serán el único camino posible cuando el petróleo sea tema del pasado. El asunto, polémico, merece un comentario aparte. Pero antes una última y necesaria reflexión acerca del petróleo.
Países pobres con perspectivas reales de obtener "oro negro" de sus territorios, a la luz de lo planteado hasta aquí... ¿qué deben hacer?
¿Negar la realidad energética petrolera, olvidar que existe una fuerte cultura tecnológica mundial en esa dirección? ¿O aprovechar lo que la naturaleza les ofrece energética y económicamente... pero, sin olvidar los peligros de la contaminación, aminorándolos en lo posible?
Más importante aún: tales naciones deben desarrollar simultáneamente planes para invertir en fuentes alternativas de energía con la vista puesta en un futuro sin petróleo y sacar conclusiones lógicas sobre las razones por las cuales países de alto desarrollo como Alemania o el Reino de los Países Bajos (Holanda) mantienen y extienden sistemas nacionales para aprovechar fuentes renovables de energía como el Sol y los vientos.
Porque jugarse hasta la última carta exclusivamente al "oro negro" es, cuando menos, una temeridad.
Si estás interesado en más información al respecto de este tema, escríbenos, con mucho gusto te la enviaremos vía correo; será un placer compartirlo contigo.
LAE Miguel Mayoral Casillas capydesint@hotmail.com
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