3 cápsulas para reflexionar sobre la felicidad
Entre el baúl de los recuerdos, aquí están estos 3 breves relatos con gran contenido reflexivo sobre la importancia de disfrutar el día de hoy, no dejar para mañana lo que debes de hacer hoy y comprender que las riquezas y bienes materiales nadie se los lleva para el otro mundo.
1. El pescador. Un banquero inversionista americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño, cuando llegó un bote con un solo pescador. Dentro había varios atunes amarillos de buen tamaño.
El profesionista elogió al hombre por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El tipo respondió que no mucho. A lo que su interlocutor inquirió porqué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado.
La respuesta fue que tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
¡Qué haces entonces con el resto de tu tiempo?
Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora María, voy al pueblo por las noches donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida ¡placentera y ocupada! –exclamó el sencillo trabajador.
A ello, el extranjero replicó: -Mira, yo soy egresado de la universidad de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande. Después, con las ganancias, comprar varios botes. Y eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. Más adelante, salir de este lugar e ir a la capital, donde manejarías tu empresa en expansión.
¿Cuánto tiempo tarda todo eso? –inquirió analítico el aludido.
-Entre 15 y 20 años.
-¿Y luego qué?
El americano rió y dijo que esa era la mejor parte.-Cuando llegue la hora deberías anunciar una oferta inicial de las acciones de tu empresa al público. O sea que te volverías rico, tendrías millones de pesos.
-¿Y luego?
-Pues te puedes retirar. Mudarte a un pueblecito en la costa donde puedas dormir hasta tarde; pescar un poco; jugar con tus hijos; hacer siesta con tu mujer; tocar guitarra con tus amigos.
Y el hombre del mar respondió: -¡Acaso eso no es lo que tengo ya?
Moraleja: Cuántas vidas desperdiciadas hay buscando lograr una felicidad que ya se tiene; pero que muchas veces no vemos. La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos, y no sentirnos mal por aquello que no tenemos. La felicidad es un trayecto, no un destino.
2. Ahora que estoy vivo… Prefiero que compartas conmigo unos minutos, ahora que estoy vivo, y no una noche entera, cuando yo muera. Prefiero que estreches suavemente mi mano ahora que estoy vivo, y no que apoyes tu cuerpo sobre mi cadáver, cuando yo muera.
Prefiero que me hagas una breve llamada ahora que estoy vivo, y no que emprendas un inesperado viaje, cuando yo muera. Prefiero que me regales una sola flor, ahora que estoy vivo, y no que envíes un hermoso ramo, cuando yo muera.
Prefiero que eleves por mí una corta oración, ahora que estoy vivo, y no una eucaristía cantada y concelebrada, cuando yo muera. Prefiero que me digas unas palabras de aliento ahora que estoy vivo, y no un desgarrador poema, cuando yo muera.
Prefiero que me escribas unas cortas palabras, ahora que estoy vivo, y no un poético epitafio sobre mi tumba, cuando yo muera. Prefiero disfrutar de los más mínimos detalles tuyos, ahora que estoy vivo, y no de grandes manifestaciones de pesar, cuando yo muera.
¡La vida nos da la hermosa posibilidad de demostrar nuestros afectos a los seres amados, no la desaprovechemos!
3. Valores de Alejandro Magno. Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro Magno (356-323 a. C.), rey de Macedonia, conquistador del imperio persa, y uno de los líderes militares más importantes del mundo antiguo, convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos.
Que su ataúd fuese transportado por los más eminentes médicos de la época. Que fueran esparcidos por el camino hasta su tumba los tesoros que había conquistado como plata, oro y piedras preciosas. Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.´
Uno de sus generales, admirado por tan insólitos deseos, le preguntó cuáles eran sus razones. A lo que el famoso explicó:
Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para mostrar que ni ellos tienen, ante la muerte, el poder de curar. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
Si estás interesado en más información al respecto de este tema, escríbenos, con mucho gusto te la enviaremos vía correo; será un placer compartirlo contigo.
LAE Miguel Mayoral Casillas
capydesint@hotmail.com
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